Las frutas y hortalizas han encarecido mucho la cesta de la compra, pero solamente es una consecuencia de las subidas desmesuradas de los consumibles que necesita el productor para cultivar estos alimentos. El combustible, los abonos, la energía eléctrica, el agua, etc. han aumentado su valor hasta límites insospechados. Cuando la falta de producto se hace evidente, la ley de la oferta y la demanda se justifica.

Los altos costes de producción, la pertinaz sequía que ha limitado los cultivos en muchas zonas y la virulencia de las DANA´s al final del verano está provocando un descenso en las producciones que han quedado en pie, otras ya no están, el agua y el granizo se las llevó. A todo esto hay que añadir que el fuerte calor veraniego ha retrasado considerablemente la recolección en lugares tan importantes como Almería, lo cual limita aún más la cosecha y el volumen de producto que se pone a disposición de los clientes.

Por todos estos detalles cabe pensar que es posible que no haya frutas y verduras para todos y es posible que los lineales de algunos supermercados no puedan completar la oferta de años anteriores.

La campaña agrícola se presenta incierta y algunos factores se encuentran fuera de control como es el caso de la climatología. El cambio climático es evidente y sus consecuencias devastadoras están dando de lleno en el sector primario. Por otra parte, la guerra de Ucrania no cesa y aporta incertidumbre a un panorama cada vez más sombrío y sus consecuencias tampoco están dentro de parámetros que se puedan analizar. A todo esto el IPC está amenazando las economías de los diferentes países y los gobiernos están luchando con todas sus armas por bajar dicho índice y cuando eso ocurra, será un indicio claro de que los precios de las frutas y las verduras habrá remitido.

Con todos estos datos, las circunstancias aludidas, la falta de producto por la climatología adversa y unos precios que no están al alcance de todos los consumidores, es lógico pensar si vamos a tener unos alimentos tan básicos como las frutas y las hortalizas al alcance de todos.

La normalidad que perdimos en marzo de 2020 no la hemos podido recuperar aún y se nota de forma espectacular en determinados asuntos que nos afectan a todos.

Por todo ello se nos presenta un nuevo año agrícola complejo, políticamente desordenado, climatológicamente amenazante con continuas sorpresas en el petróleo, la energía eléctrica o la subida de tipos que tanto daño hace a las familias y a las empresas endeudadas.

Es muy posible que veamos cotizaciones muy por encima de lo habitual y no solo en algunos alimentos como el aceite de oliva.

La única solución posible es la moderación en todos los sentidos y que cada cosa goce de una valoración justa que permita a todos acceder, tanto a los consumibles para producir hortalizas como a las propias hortalizas.

José Antonio Gutiérrez